El legado verde del Alto Guadalquivir: Árboles, bosques en galería y tesoros forestales de una comarca viva que contrastan con el olivar

El Alto Guadalquivir, en el corazón de la provincia de Córdoba, es una de las comarcas más ricas en biodiversidad forestal de toda Andalucía

03 de agosto de 2025 a las 11:26h
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Un estudio reciente de la Universidad de Córdoba reveló que la masa forestal ha incrementado en parte debido al abandono de tierras marginales. Foto: Óscar H. Falagán.
Un estudio reciente de la Universidad de Córdoba reveló que la masa forestal ha incrementado en parte debido al abandono de tierras marginales. Foto: Óscar H. Falagán.

Esta región geográfica, comprendida entre la entrada del Río Gadalquivir en la provincia de córdoba por Villa del Río, hasta Córdoba capital (en su extremo oriental), esconde un patrimonio natural extraordinario que ha comenzado a ser redescubierto en las últimas décadas gracias al interés creciente por la conservación, el turismo de naturaleza y el conocimiento ecológico del entorno.

Un espacio protegido y diverso

La comarca forma parte de la Red Natura 2000 a través de la Zona de Especial Conservación (ZEC) denominada "Alto Guadalquivir" (ES6160002), que ampara cerca de 830 hectáreas. Este estatus de protección reconoce su valor ecológico y paisajístico, con ecosistemas tan representativos como las dehesas mediterráneas de encina (Quercus ilex), los bosques de ribera de álamos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), sauces (Salix spp.) y olmos (Ulmus minor), o los matorrales termomediterráneos que tapizan laderas y barrancos.

Estos hábitats no solo ofrecen refugio a una gran diversidad de fauna, desde rapaces hasta anfibios, sino que además cumplen un papel vital en la regulación hídrica y en la lucha contra el cambio climático al actuar como sumideros naturales de carbono.

Encinas, acebuches y alcornoques: pilares del paisaje forestal

El alma forestal del Alto Guadalquivir la conforman sus especies arbóreas más emblemáticas. La encina es la reina indiscutible de las dehesas y montes, formando bosques abiertos que permiten el pasto de ganado y la recolección de bellotas, configurando un sistema agroforestal de enorme valor histórico y ecológico. Junto a ella crecen acebuches (Olea europaea var. sylvestris), ancestros silvestres del olivo cultivado, y en zonas algo más húmedas, alcornoques (Quercus suber) que aportan no solo biodiversidad sino también aprovechamientos tradicionales como el corcho.

En umbrías y zonas frescas, aunque de forma menos extensa, aparecen quejigos andaluces (Quercus canariensis) y melojos (Quercus pyrenaica), ambas especies más exigentes en humedad y que representan relictos de bosques más húmedos del pasado.

El bosque de ribera: un corredor verde en peligro

Las riberas del Guadalquivir y de sus afluentes menores, como el Guadalbarbo, el Carchena o el Martín Gonzalo, conservan aún tramos de bosques en galería en buen estado. En ellos se mezclan álamos, sauces, fresnos, almeces (Celtis australis) y tamujos (Securinega tinctoria), creando un entorno de alto valor paisajístico y ecológico.

Punto de entrada del río Guadalquivir en la provincia de Córdoba. Foto: Óscar H. Falagán.
Punto de entrada del río Guadalquivir en la provincia de Córdoba. Foto: Óscar H. Falagán.

Estos espacios han sufrido una presión creciente por la actividad agrícola intensiva, las infraestructuras y la falta de gestión forestal. A pesar de ello, siguen siendo vitales para especies protegidas y ofrecen grandes posibilidades de restauración ambiental y educación ecológica.

Árboles singulares: los gigantes del tiempo

En este mosaico forestal destacan ejemplares de enorme interés patrimonial: los árboles singulares. Aunque el catálogo oficial de la Junta de Andalucía se actualizó por última vez en 2003, numerosos municipios de la comarca han identificado y documentado sus "gigantes verdes".

Uno de los más conocidos es el nogal centenario de Almedinilla en la vecina comarca de la Subbética cordobesa, con más de dos siglos de vida. En Adamuz y Montoro se conservan acebuches de gran porte, encinas monumentales que resisten el paso del tiempo, y olmos centenarios que a pesar de la grafiosis han sobrevivido como testigos de otra época. Algunos de estos ejemplares superan los 6 metros de perímetro de tronco y los 15 metros de altura.

Una masa forestal en crecimiento

Un estudio reciente de la Universidad de Córdoba reveló que la masa forestal de la provincia ha experimentado un notable incremento desde 1994, en parte gracias al abandono de tierras marginales, la reforestación natural y los cambios climáticos que favorecen el crecimiento de especies como el acebuche.

Masa forestal típca de bosque meditarráneo en convivencia con el olivar. Foto: Óscar H. Falagán.
Masa forestal típca de bosque meditarráneo en convivencia con el olivar. Foto: Óscar H. Falagán. 

En el Alto Guadalquivir, esta tendencia se percibe especialmente en laderas antes cultivadas y hoy cubiertas de monte bajo, encinas y matorral. Este reverdecimiento espontáneo, si se gestiona adecuadamente, puede convertirse en una oportunidad para fomentar el ecoturismo, reducir la erosión y mitigar los efectos del calentamiento global.

Patrimonio vivo y futuro verde

Los árboles del Alto Guadalquivir no solo son parte del paisaje: forman parte de la identidad cultural y emocional de sus habitantes. Cada encina centenaria, cada ribera frondosa, cada bosque de monte bajo habla del equilibrio entre el ser humano y su entorno.

Hoy más que nunca, conservar este legado verde es una responsabilidad colectiva. Con iniciativas de educación ambiental, catalogación actualizada de árboles singulares y planes de restauración ecológica, la comarca puede seguir siendo un referente en biodiversidad, sostenibilidad y arraigo rural.

Porque cuidar un árbol no es solo proteger una especie: es preservar un pedazo de historia, un hogar para la vida y una promesa de futuro para el Alto Guadalquivir cordobés.

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