El altar mayor de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Villa del Río se encuentra en el centro de una controversia patrimonial y artística que ha dividido a la comunidad parroquial. La disputa gira en torno al retablo proyectado en su día por el artista Povedano, que quedó inconcluso, y que en los últimos meses ha vuelto a plantearse como una iniciativa pendiente de ejecutar.
Un grupo de feligreses, apoyados por personas cercanas al creador, ha manifestado su intención de culminar el proyecto original, aprobado en su momento por la Iglesia. La propuesta consiste en completar el mosaico existente, cerrando la obra con los elementos que quedaron pendientes, entre ellos la representación del Espíritu Santo y los rayos que conformaban la composición prevista. No obstante, la falta de recursos económicos supone un importante obstáculo para materializar esta iniciativa.
Frente a esta posición, ha surgido un sector crítico que rechaza la culminación de la obra inconclusa y plantea, en su lugar, la construcción de un nuevo retablo. Entre las voces más relevantes en esta línea se encuentra Enrique Sánchez Collado, vecino de la localidad, que ha difundido un extenso escrito donde expone sus argumentos en contra de recuperar el diseño de Povedano.
Argumentos en contra de la culminación
En su exposición, Sánchez Collado recuerda que hace apenas unos meses se llevó a cabo una intervención artística en la Capilla del Señor de la Humildad, lo que avivó el debate sobre la necesidad de remozar y poner en valor el templo principal de Villa del Río. Subraya que la parroquia es el espacio donde la mayoría de los vecinos reciben los principales sacramentos, y que, por tanto, merece una actuación de mayor alcance que la simple conclusión de una obra inconclusa.
El vecino asegura que no cuestiona la calidad artística ni la relevancia de Povedano o Rufino Martos, vinculados al proyecto del altar, pero sí critica la intervención de 1963, que a su juicio no contó con el respaldo del pueblo, alteró la armonía del templo y dañó parte de su patrimonio original. Considera, además, que la iconografía elegida en aquel momento (Pentecostés) no resulta la más adecuada para una iglesia dedicada a la Inmaculada Concepción.
En su texto, Sánchez Collado plantea la creación de un equipo de expertos que estudie un nuevo proyecto capaz de devolver al templo “la majestuosidad que merece”. Recuerda que en la ermita de la Patrona se optó por ejecutar un nuevo retablo siguiendo fotografías antiguas atribuidas a Alonso Gómez de Sandoval, lo que, a su juicio, contrasta con la intención de culminar en la parroquia una obra que no responde al estilo del edificio.
Recorrido histórico del templo
La argumentación se apoya también en un repaso a la historia del templo. La Parroquia de la Inmaculada Concepción fue proyectada en 1867 por Moreno de Monroy y culminada en 1908 por Castiñeyra. Su estructura responde a un diseño basilical con tres naves abovedadas, arcos de medio punto y capiteles corintios decorados.
El altar mayor original, destruido en el incendio de 1931, era un retablo neogótico que albergaba un crucificado del siglo XVI en el ático y, en el camerino, la imagen de la Inmaculada Concepción, acompañada de San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús. Tras el siniestro, el altar se recompuso de manera sencilla hasta que, en 1940, se incorporó una nueva imagen de la Inmaculada, obra del artista bujalanceño Juan Martínez Cerrillo, donada por la familia Porras-Gómez.
La intervención de los años 60 modificó de manera sustancial el espacio interior. Según apunta Sánchez Collado, se destruyeron elementos arquitectónicos de piedra y se vendieron enseres de valor, lo que provocó un notable deterioro del patrimonio histórico y artístico del templo.

Necesidades actuales y debate abierto
Más allá de la cuestión estética y artística, el escrito advierte de problemas materiales que afectan a la parroquia y que, en su opinión, deberían priorizarse. Entre ellos menciona las filtraciones de luz a través de las vidrieras que dañan los retablos, el deterioro del suelo, la falta de climatización, la necesidad de renovar la instalación eléctrica y la restauración de diversas piezas de imaginería.
Por todo ello, el vecino insiste en que el debate debe abordarse con consenso, evitando repetir errores pasados y buscando una solución que responda a la identidad de la parroquia y a las necesidades de conservación del edificio.
Mientras tanto, la feligresía permanece dividida. Un sector mantiene su apuesta por culminar el proyecto de Povedano, mientras otro insiste en la necesidad de un nuevo retablo que restituya el carácter original del templo y permita recuperar el esplendor histórico de la Parroquia de la Inmaculada Concepción.