La Plaza de España de Montoro se convirtió el pasado 27 de septiembre en el epicentro de un acontecimiento histórico con la coronación canónica y pontificia de Nuestra Señora del Carmen. La misa pontifical, presidida por el Obispo de Córdoba, reunió a miles de fieles en calles y plazas engalanadas para la ocasión. Durante la ceremonia, el prelado impuso la presea a la imagen “en nombre y con la autoridad del Sumo Pontífice”, culminando así un hito largamente esperado por el pueblo de Montoro.
La jornada comenzó a las 18:00 horas con el traslado de la Virgen desde la Parroquia del Carmen a la Plaza de España, donde a las 19:00 horas se celebró la eucaristía en un altar erigido al aire libre. A las 21:00 horas dio comienzo la procesión triunfal de coronación, desarrollada en dos etapas: un primer recorrido por el casco histórico y un segundo por la feligresía de la Parroquia del Carmen.
El cortejo estuvo acompañado por la Asociación Músico-Cultural Juan Mohedo y por una amplia participación musical en la liturgia y en la procesión, con la intervención del Coro Rociero de La Borriquita, el Coro de la Humildad, Lucía Leiva, Bernardo Jiménez, Julián Huertas y Manuel Navarro, además de la Banda de Música Juan Mohedo Canales.
La magnitud del evento se reflejó en la masiva asistencia, con la Plaza de España abarrotada durante el pontifical y las calles llenas durante el recorrido procesional. Al acontecimiento se sumaron hermandades de gloria y pasión —incluidas corporaciones con imágenes coronadas de toda Andalucía—, la Orden del Carmen, representantes civiles y religiosos, así como efectivos de la Guardia Civil, lo que reforzó su carácter regional.
La coronación fue el broche a dos años de preparación en los que la Hermandad del Carmen implicó a asociaciones, instituciones, empresas y vecinos. En la memoria colectiva estuvieron presentes los devotos ya fallecidos, con especial recuerdo al Padre Luis, impulsor de la obra social en Burkina Faso, seña de identidad de la corporación.
Este acontecimiento, enraizado en la secular tradición carmelitana de Montoro, dejó patente la fuerza de una devoción que combina la dimensión religiosa con la cultural y la social, bajo el amparo de la Reina del Carmelo.
