La campiña cordobesa, corazón agrícola de Andalucía y conocida como el "mar de olivos", se encuentra en la encrucijada de una transformación. Proyectos de grandes centrales solares, promovidos bajo la bandera de la energía renovable, están generando una profunda inquietud entre los vecinos, agricultores y plataformas locales. No es un rechazo a la energía limpia, sino una alarma ante un modelo de implementación que, según denuncian, amenaza el patrimonio natural, la economía local y el futuro de sus comunidades.
La Plataforma STOP Mega-plantas Alto Guadalquivir, una de las voces más activas en esta controversia, subraya la paradoja de la situación. Cristóbal Gutiérrez, de la Plataforma, es claro: "Nosotros no estamos en contra de las renovables, todo lo contrario. Pero lo que sí decimos es que no se puede hacer la transición a lo verde arrancando lo verde." Este sentimiento se fundamenta en la creciente pérdida de tierras de cultivo. María José Rodríguez Benítez, también miembro de la plataforma, lo expresa con claridad, poniendo en perspectiva la magnitud del impacto: "Si perdemos más de 1200 hectáreas de cultivo, no sé de qué vamos a trabajar."
La iconografía del paisaje cordobés está en juego. Juan Carlos Ruiz, vecino cuya finca se verá afectada, advierte sobre una transformación que, de materializarse, alteraría la identidad visual y productiva de la comarca: "Estamos hablando de que Bujalance, la comarca, es mar de olivos, pero desgraciadamente se va a convertir en mar de placas." La oposición se extiende más allá de la mera pérdida agrícola, adentrándose en el ámbito de los servicios y el valor patrimonial, como señala el propio Juan Carlos Ruiz: "Pasa lo mismo que aquí en Morente, hay varias casas rurales, tienen éxito, dan trabajo bajo, dan riqueza a la zona, dan a conocer tanto Morente como Bujalance, y cuando le pongan a Morente a 500 metros una mega planta solar, pues lógicamente no va a ser atractivo para el para el turista." El cuestionamiento se amplía a la justificación misma de estos macroproyectos: "Estamos hablando de que lo llaman utilidad pública y de utilidad pública nosotros, por lo menos, nuestra plataforma y el resto entendemos que no lo es. ¿Por qué? Pues porque son empresas privadas, que van a generar energía, pero esa energía es un negocio y es un negocio privado, con lo cual de utilidad pública, aunque lo diga la ley, entendemos que no es."
La despoblación es un fantasma que acecha a muchas zonas rurales de España. Los vecinos de la campiña cordobesa temen que esta masificación de proyectos solares no solo no la frene, sino que la agudice. Cristóbal Gutiérrez es contundente al respecto: "Eso al final acaba que acaba suponiendo a nuestra comarca despoblación, tanto se habla de la España vaciada, pues vamos a hacer España desahuciada." El impacto, advierte María José Rodríguez Benítez, será generacional y progresivo: "El problema de esto de esta masificación de placa en tierra de cultivo que sus efectos no se notan de un día para otro, sino que se notan a lo largo. Y entonces una comarca tan grande como es, tan afectada como va a ser, no entendemos que haya tan poca sensibilidad o que la gente piense que no es un problema de ellos, porque sí, es de ellos, es de nuestros hijos y de nuestros futuros nietos."
Ante este escenario, el mensaje de los afectados es un llamado a la concienciación y a la acción responsable por parte de las administraciones y la ciudadanía. Juan Carlos Ruiz concluye con una invitación a la reflexión: "Reflexione un poco a futuro, reflexione y piense y se imagine su pueblo de aquí a de año con un 10% de su territorio lleno de placas solares."