No es solo un verano más. Cada hectárea que arde en Sierra Morena o en los frondosos bosques de León es un aviso reiterado de que algo no funciona. Los incendios forestales, lejos de ser episodios aislados, se han convertido en un fenómeno estructural que desnuda las deficiencias de gestión ambiental en España. Así lo sostienen con firmeza varios expertos con décadas de experiencia en el ámbito medioambiental: Juan Relaño, Francisco Ortiz y Pepe Romero. Sus diagnósticos, aunque provenientes de distintas latitudes, convergen en una misma conclusión: urge un cambio de modelo.

El monte no se limpia: se gestiona
Juan Relaño, experto en medio ambiente y vecino de nuestra Sierra Morena, propone romper con la noción tradicional de -limpieza- del monte.
"Limpiar no significa arrasar la vegetación, sino intervenir con inteligencia".
Para Relaño, la solución pasa por recuperar métodos ancestrales hoy casi desaparecidos: la ganadería extensiva controlada como herramienta de prevención.
"El ganado, bien gestionado y orientado por técnicos, actúa como cortafuegos natural, reduciendo el exceso de biomasa sin dañar el ecosistema".
Además, insiste en sustituir los pinares de repoblación, implantados tras la Guerra Civil, por vegetación autóctona: encinas, alcornoques, quejigos y jaras, más resistentes al fuego.
"Los pinares son especies pirófitas que arden con facilidad. Recuperar el bosque mediterráneo es también una forma de blindar el territorio".
Castilla y León: el abandono como riesgo sistémico
En el otro extremo del país, nuestro vecino Francisco Ortiz, que se encuentra pasando el verano en tierras de Castilla, nos lanza una denuncia rotunda desde León: "Aquí los cortafuegos son una reliquia y la prevención invernal es prácticamente inexistente". Según este experto en medio ambiente, los montes de Castilla y León acumulan tal cantidad de maleza y biomasa seca que se convierten en un polvorín. A esto se suma un fenómeno cada vez más frecuente: las tormentas secas, que descargan rayos pero no lluvia, propiciando la ignición de nuevos focos.
"El incendio se propaga con tal intensidad que ni siquiera la UME puede contenerlo a tiempo. Las llamas alcanzan pueblos enteros porque los árboles y arbustos llegan hasta las mismas casas".
Ortiz subraya que esta situación no es producto del azar, sino de políticas erráticas y falta de inversión en prevención.
"No se puede recortar en medioambiente y esperar milagros cuando llega el verano".
Infoca: un modelo eficaz, pero precarizado
Pepe Romero, ha expresado en su red social que en la comunidad andaluza el sistema funciona mejor. Pero matiza que el Infoca no puede sostenerse sobre la precariedad de sus trabajadores. Romero explica que muchos bomberos forestales son contratados solo para la campaña de verano y despedidos al finalizar. Esto impide realizar labores de prevención en otoño e invierno, cuando deberían despejarse los montes y reforzarse cortafuegos.
"Se ha aprobado una ley básica estatal para regular y dignificar la profesión, pero ninguna comunidad la ha implementado, ni siquiera el propio Estado con sus brigadas".
También señala la descoordinación entre comunidades autónomas: "Los sistemas de comunicación no son interoperables".
Romero opina de profesionalizar los equipos durante todo el año, mejorar la inversión en equipamiento y adoptar una planificación nacional que unifique protocolos.
"No pueden seguir existiendo 17 operativos desconectados. El fuego no entiende de fronteras autonómicas".
Más allá de los medios: una cuestión política
Los tres expertos coinciden en un aspecto esencial: el problema no es técnico, es político.
"Tenemos conocimiento, herramientas y experiencia. Lo que falta es voluntad política y compromiso institucional".
Afirma Romero en su reflexión publicada en redes sociales y advierte que, mientras los profesionales luchan contra las llamas, las administraciones se enzarzan en disputas y no ejecutan las leyes ya aprobadas.
Además de los recursos, hacen falta políticas que devuelvan la vida al campo. Concluye Relaño:
"Si no se apoya a la ganadería, si no se repuebla el mundo rural, el monte seguirá siendo un lugar abandonado, vulnerable y condenado al fuego".
Una llamada urgente a la acción
El cambio climático, con veranos más largos y temperaturas extremas, ha agravado la situación. "Lo que antes era extraordinario ahora es frecuente", advierte Ortiz. Por ello, los expertos piden una respuesta urgente y estructural: inversión sostenida, reformas legales, planificación unificada y concienciación ciudadana.
Mientras tanto, los incendios siguen consumiendo no solo árboles, sino también oportunidades de futuro. Porque cada hectárea perdida hoy, es un aviso de lo que podría ser la normalidad del mañana si no se actúa con decisión.