Los municipios del Alto Guadalquivir refuerzan la vigilancia del Virus del Nilo con 6.300 euros y riesgo medio

Adamuz, Bujalance, Cañete de las Torres, El Carpio, Pedro Abad, Montoro, Villa del Río y Villafranca de Córdoba reciben fondos iguales mientras mantienen un nivel de riesgo medio según indicadores entomológicos, epidemiológicos y ambientales

10 de diciembre de 2025 a las 10:47h
Actualizado: 10 de diciembre de 2025 a las 10:49h
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Un operario inicia las labores de fumigación contra el virus del Nilo
Un operario inicia las labores de fumigación contra el virus del Nilo

Los ocho municipios del Alto Guadalquivir han recibido un montante homogéneo de 6.300 euros cada uno para reforzar los trabajos de prevención y control del Virus del Nilo Occidental. La asignación económica, articulada por la Diputación de Córdoba, se incorpora al paquete de ayudas destinadas a los ayuntamientos incluidos en el mapa de riesgo entomológico y epidemiológico definido por la Junta de Andalucía, que determina el nivel de exposición de cada localidad frente al virus.

A pesar de las diferencias geográficas y ambientales de los municipios de la comarca, todos ellos se encuentran actualmente clasificados en un nivel de riesgo medio, un escalón que obliga a intensificar la vigilancia, ejecutar tratamientos larvicidas de manera continuada y mantener activo el plan municipal de prevención. Este nivel implica un refuerzo del seguimiento de las poblaciones de mosquitos, la notificación prioritaria de casos en equinos y la difusión de recomendaciones preventivas a la ciudadanía.

La catalogación del riesgo del Virus del Nilo responde a un sistema técnico que combina cuatro grandes bloques de indicadores. El primero es el componente entomológico, que evalúa la presencia y densidad de mosquitos del género Culex, transmisores del virus, tanto en forma larvaria como adulta. La captura de ejemplares, su análisis en laboratorio y la detección de posibles positivos son factores determinantes en la valoración final.

El segundo bloque corresponde a los datos epidemiológicos, que contemplan la aparición de casos en caballos, la detección del virus en aves muertas —especialmente rapaces y córvidos— y, en situaciones menos frecuentes, contagios en humanos. La presencia de un solo caso equino o de un ave positiva puede elevar de manera automática el nivel de vigilancia municipal.

A estos factores se suman los criterios ambientales y territoriales, entre los que destacan la proximidad a riberas, zonas húmedas, cauces secundarios, superficies de regadío o láminas de agua estancada. La temperatura, la humedad y el historial meteorológico de cada temporada influyen directamente en el ciclo reproductivo del mosquito y, por tanto, en la evolución del riesgo.

El cuarto elemento lo constituyen los parámetros socioeconómicos y demográficos, que valoran la capacidad de los ayuntamientos para ejecutar tratamientos, la extensión del término municipal, la densidad de población o la existencia de explotaciones equinas y avícolas.

De la combinación ponderada de todos estos indicadores surge la clasificación que asigna niveles que van desde riesgo bajo hasta muy alto. En el caso del Alto Guadalquivir, la ubicación de los municipios en la franja media responde a la confluencia de zonas agrícolas de regadío, la cercanía al cauce del Guadalquivir y la presencia estacionaria de mosquitos vectores, factores suficientes para mantener un nivel sostenido de vigilancia, aunque sin la presión epidemiológica de las áreas de mayor incidencia histórica.

El refuerzo económico aprobado busca precisamente facilitar que los consistorios cumplan con las obligaciones derivadas de la clasificación técnica: campañas de tratamiento, seguimiento entomológico, comunicación preventiva y eliminación de puntos de agua estancada. Medidas que, año tras año, continúan siendo esenciales para contener un riesgo que, aunque estable, requiere constancia y recursos en todos los municipios de la comarca.

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